reflexionesinutiles

Monday, October 22, 2007

innovación = novedad + rupturismo + valor? (economias IX)


en enjambre.org

En su último post M. Tironi proponía que innovación no es sólo novedad sino también ruptura (i="n+r)." Así, Manuel va más allá de lo que tradicionalmente entendemos por innovación, asociado a gadgets y nuevas tecnologías, incluyendo otras múltiples prácticas que cumplan con estos dos elementos (como pingüinos tomándose las calles de Santiago y los movimientos vecinales). En su respuesta Andrés Liberman está de acuerdo con los elementos que compondrían la definición, pero sugiere la necesidad de incluir un tercero: valor (i= n+r+v). En sus palabras "sino agrega valor no tiene sentido". Este dialogo, junto a lo que he estado leyendo este último tiempo, me han dejado pensando sobre lo importante y complicado que puede llegar a ser la relación entre innovación y valor. Obviamente no pretendo (ni puedo!) llegar a ninguna respuesta definitiva, sino más bien, en lo que sigue trataré de plantear algunas preguntas a partir de esta relación.

Andrés aclara que no sólo está hablando de valor económico, sino que también en un sentido más amplio está pensando en otras dimensiones como capital cultural, social y tecnológico. Los sociólogos y economistas franceses Boltanski y Thevenot han estudiado largamente la existencia de diferentes ordenes de valor, como muchas veces estos conviven pácificamete, o como, en situaciones de incertidumbre, tienden a confluir y chocar. En este contexto, por ejemplo, "ingresos menos costos" correspondería a un 'orden industrial', donde el valor de algo se determina de acuerdo a la eficiencia de su retorno. Diferente es el caso del 'valor de mercado' que generalmente dice relación con la posición relativa de un bien respecto a otros. También, podemos pensar en un 'orden cívico' donde, el valor de una acción se establece de acuerdo a su influencia en el 'bien general', sea como este se entienda, o en un 'orden doméstico' donde valoramos de acuerdo a lo que conocemos, o nos es familiar. Hablar de 'capital', como muchos autores hacen, es problemático pues pareciera que todo estos ordenes se podrían fácilmente traducir (o transar!) a un valor común. Sin embargo creo que Andrés apunta a una pregunta fundamental, ¿cómo comparar innovaciones? Cuando hablamos de valorar una innovación, no sólo pensamos en darle valor a algo que aun no tiene precio, sino que muchas veces a una acción o un objeto que incluso aun no existe.

Como todos los que han participado en algún tipo de evaluación (desde un estudio de impacto ambiental, hasta las complejísimas operaciones en los actuales mercados de futuro) se habrán dado cuenta, valorar no es una tarea simple ni muchos menos mecánica . Valorar implica, al menos, establecer 'que es lo que se valora', 'quienes son los involucrados', 'que derechos tienen estos sobre lo valorado', y 'cuales serán las potenciales consecuencias y el alcance de la innovación'. Obviamente, existen muchos métodos para valorar bienes (aun) no tranzados en mercado alguno (externalidades, encuestas, remates ficticios, etc..), pero la pregunta es, ¿a quién le interesa valorar una innovación? o ¿por qué nos interesa comparar - y ojala cuantitativamente - diferentes innovaciones? Se me ocurren diferentes opciones. Como un amigo, J. Rowan, explicaba unos días atrás en el lanzamiento de un nuevo libro que discute algunos de estos temas, particularmente interesados pueden ser los mismos 'innovadores'. Por ejemplo un grupo de artistas, preocupados en demostrar que el valor económico de lo que ellos hacen va más allá de sus costos materiales, incluyendo entre otras cosas el efecto de su acción en la imagen de la ciudad. Otro caso es el de evaluadores de proyectos (ej: cualquier fondo público) quienes tienen que decidir día a día si es mejor 20 computadores en la escuela de acá o potenciar un grupo de teatro allá. También es el caso de financistas, quienes en pos de distribuir razonablemente su portofolio de riesgo, deben clasificar y rankear sus potenciales inversiones. Ahora, si consideramos a estos actores juntos no sería exagerado suponer que artista, funcionario público y financista, incluso si están evaluando lo mismo, utilizarán métodos diferentes y llegarán a conclusiones muy distintas, casi incomparables. En otras palabras, cómo con otras cosas sin valor claro ni fácil de delimitar, valorar innovaciones deviene un proceso difuso y abierto múltiples posiciones y controversias. Posiciones que no se encuentran en un tradicional debate político o multidisciplinario, sino que en lo que M. Callon ha denomiado "foros hibridos", los cuales además de actores de diferentes posiciones y de distintas profesiones incluye múltiples formas y materiales de medición (metodologías, algoritmos, softwares, formulas, gráficos, etc.).

A partir de todo esto, quiero terminar dejando algunas preguntas abiertas. Primero, ¿es el valor parte de la innovación o sólo un momento posterior, que concierne más bien a aquellos preocupados en su clasificación, evaluación o cualquier toma de decisiones que implique la comparación de diferentes acciones innovadoras? O, incluso, como parece decir Lazzarato (pdf), ¿no podemos pensar que la verdadera invención se acaba ahí, cuando se corta para medir y establecer efectos, derechos y propiedades transables? (i.e. copyright). Segundo, ¿es posible valorar innovación con métodos actuales?, ¿Tendrá que ver, como suguieren Boltanski y Chiapello , con el surgimiento de un nuevo orden de valor, no asociado con planificación ni valor de mercado, sino con lo no líneal, dis-continuo o rizomático? ¿No será (como le decía F. Muniesa a C. García ) que así como un bien muy disruptivo no sólo se diferencia, sino que prácticamente genera su propio mercado (ej. Ipod), una verdadera innovación es aquella que no se deja valorar fácilmente y potencia el desarrollo de nuevas formas de clasificación? ¿Respuestas?
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